Al finalizar la guerra, los Aliados utilizaron los campos de concentración ya existentes y montaron otros nuevos en Alemania y en toda Europa, donde millones de alemanes murieron o fueron internados durante años.
En los campos estadounidenses se ordenó reducir los alimentos al mínimo posible para provocar deliberadamente la muerte de grandes cantidades de prisioneros. En otros, directamente no se repartían alimentos ni agua.
Los campos construidos por los estadounidenses consistían en grandes terrenos vacíos rodeados por alambres de púas y guardias. A pesar de contar con inmensas cantidades de materiales, se ordenó no construir edificios en ellos y no se permitía que los propios prisioneros lo hicieran, por lo que debian vivir al aire libre y dormían sobre el barro.
Para justificar estas y otras aberraciones, inadmisibles en el marco de la Convención de Ginebra, se creó una categoría ilegal de prisioneros –que podía incluir a civiles - llamada “Fuerzas Enemigas Desarmadas”, diferente a la de “Prisioneros de Guerra” contenida en la Convención. Hoy en día se utiliza este mismo método para justificar los secuestros y torturas de prisioneros de guerra en Guantánamo y otros sitios de detención de los Aliados.
Morirían en ellos –y contando solo los campos estadounidenses- mas personas que las que murieron con la bomba atómica de Hiroshima: aproximadamente un millón. Entre estos prisioneros había civiles, incluyendo mujeres y niños.
Otros fueron repartidos entre las potencias Aliadas que los utilizaron como mano de obra esclava hasta entrados los años 50.
Muchas de las fotografías que muestran apilamientos de cadáveres, prisioneros desnutridos y gente cargada en trenes –habitualmente presentados como victimas de los nazis-, pertenecen a esta época y se trata en realidad de victimas alemanas.
En este artículo relatamos algunos hechos relativos a los Campos de Concentración Estadounidenses:
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FOTO: Campo de concentracion Aliado Sunzig-Remagen - Primavera de 1945 |
En la primavera de 1945, el Tercer Reich de Hitler estaba a punto del colapso, atrapado entre el Ejército Rojo avanzando desde el este hacia Berlín y los ejércitos norteamericanos, Británicos y Canadienses, bajo el comando del General Dwight David Eisenhower, moviéndose desde el oeste a lo largo del río Rhin. Desde el desembarco del día D en Normandía el junio anterior, los Aliados occidentales habían recapturado Francia y los Países Bajos y algunos comandantes de la Wehrmacht estaban tratando de negociar las rendiciones locales. Otras unidades, sin embargo, continuaban obedeciendo la orden de Hitler de luchar hasta el último hombre. La mayoría de los sistemas, incluyendo el transporte, habían colapsado y los civiles huían en pánico de los rusos que avanzaban desde el Frente Oriental.
En un día y medio, de acuerdo con el Mariscal de Campo Bernard Montgomery, 500.000 alemanes se rindieron a su 21º Grupo del Ejército en el norte de Alemania. Poco después, el 8 de mayo de 1945, los británicos y canadienses capturaron a más de dos millones de alemanes.
Al igual que los británicos y canadienses, los estadounidenses se enfrentaron con un enorme número de soldados alemanes capturados. La cuenta final de prisioneros del ejército estadounidense en Europa – sin incluir a Italia y el norte de África- fue de 5 millones 250 mil.
Entre los primeros cautivos en manos de los Estados Unidos, había uno, el Cabo Helmut Liebich, que había trabajado en un grupo antiaéreo experimental en Peenemunde en el Báltico. Liebich fue capturado por los norteamericanos el 17 de abril, cerca de Gotha en el centro de Alemania. Cuarenta y dos años después, recuerda perfectamente que no había carpas en el Campo Gotha, tan sólo un cerco de alambres de púas alrededor de un campo que pronto se transformó en un barrial.
Los prisioneros recibían una pequeña ración de alimentos el primer día, pero luego fue reducida a la mitad. Para obtener la ración fueron forzados a someterse a una golpiza. Agachados, debían correr entre los guardias norteamericanos, que los golpeaban con palos mientras se movían hacia los alimentos. El 17 de abril, fueron transferidos al campo norteamericano Heidesheim más hacia el oeste, donde no hubo ningún alimento por días, luego muy pocos.
Al aire libre, hambrientos y sedientos, los hombres comenzaron a morir. Liebich vio sacar entre diez y trinta muertos cada día desde su sección, la “B”, que al principio tenía alrededor de 5200 hombres. Una noche mientras llovía, Liebich vio como los costados de los agujeros donde dormían –escarbados en tierra arenosa-, colapsaron sobre personas que estaban demasiado débiles como para intentar desenterrarse. Se ahogaron antes de que pudieran llegar a sacarlos.
El tifus estalló en el Campo Heidesheim aproximadamente a principios de mayo. Cinco días después del día V-E, el 13 de mayo, Liebich fue transferido a otro campo norteamericano de prisioneros, a Bingen-Rüdesheim en Renania cerca de Bad Kreusnach, donde se le dijo que había una gran cantidad de prisioneros, algo así como entre 200.000 y 400.000. No tenian edificios de alojamiento, alimentos, agua o medicinas, ni espacio.
Pronto se enfermó de disentería y tifus. Fue transferido nuevamente, semi inconsciente y delirando, en vagones de ferrocarril sin techos hacia el noreste bajando el Rhine, con un desvío a través de Holanda. Después de tres noches, sus compañeros prisioneros le ayudaron a ingresar, tambaleante, al enorme campo en el Rheinberg, cerca de la frontera con Holanda, nuevamente sin refugios ni alimentos. Cuando llegó una pequeña cantidad de alimento, este estaba podrido. En ninguno de los cuatro campos vio Liebich edificios o refugios para los prisioneros. La tasa de muertes en los campos norteamericanos en el Rhineland en ese momento fue del 30% al año.
Un día en junio, a través de sus alucinaciones por la fiebre que le consumía, Liebich vio a los “Tommies” (britanicos) que llegaban a hacerse cargo del Campo Rheinberg. En ese momento, Liebich que mide 1,75m, pesaba solo 43 kilos. De acuerdo con los testimonios de otros ex prisioneros del Campo Rheinberg, el último acto de los norteamericanos antes de que los británicos tomaran el control del campo fue aplastar con una aplanadora una sección del campo mientras aún había hombres vivos en los agujeros que habían cavado en la tierra.
Violando la Convención de Ginebra
Bajo la Convención de Ginebra, tres derechos básicos están garantizados para los prisioneros de guerra:
1- Que serán alimentados y alojados en la misma forma que las tropas de las fuerzas armadas que los hayan capturado.
2- Que podrán enviar y recibir cartas
3- Que serán visitados por delegados del Comité de la Cruz Roja Internacional quienes reportarán en secreto sobre del trato que reciben a un Poder de Protección. (En el caso de Alemania, como el Estado nazi se desintegró en las etapas finales de la guerra, el suizo había sido designado como Poder Protector)
En los hechos, a los prisioneros alemanes capturados por las fuerzas armadas estadounidenses a fines de la Segunda Guerra Mundial, se les negaron estos y la mayoría de los otros derechos a través de una serie de decisiones y directivas que se originaban principalmente desde el “SHAEF”, en castellano: “Cuartel General Supremo de la Fuerza Aliada Expedicionaria”.
El general Dwight Eisenhower era tanto Comandante Supremo del SHAEF (o sea, de todos los ejércitos Aliados en el noroeste de Europa) como también Comandante de todas las fuerzas de los Estados Unidos en el teatro europeo.
Estaba subordinado a los “Estados Mayores Combinados” de Gran Bretaña y los Estados Unidos, al Estado Mayor Conjunto de los Estados Unidos, y a la política del gobierno estadounidense, pero en ausencia de directivas explicitas la responsabilidad del trato de los prisioneros en manos estadounidenses yacía en el.
“Dios, como odio a los alemanes” escribió Eisenhower a su mujer Marnie en septiembre de 1944. Antes, en frente del embajador británico en Washington, había dicho que 3500 oficiales alemanes deberían ser “exterminados”.
En marzo de 1945, un mensaje a los “Estados Mayores Combinados” firmado por Eisenhower recomendaba la creación de un nuevo tipo de prisioneros: “Fuerzas Enemigas Desarmadas”, o DEF según sus siglas en inglés –que a diferencia de los “Prisioneros de Guerra” tutelados por la Convención de Ginebra, no debían ser alimentados obligatoriamente por el ejército después de la rendición de Alemania.
Esto representó una violación directa de la Convención de Ginebra. El mensaje, fechado el 10 de Marzo, incluía estas excusas: “El compromiso adicional de manutención que conlleva el declarar a las Fuerzas armadas alemanas como Prisioneros de Guerra harían necesarias provisiones de raciones en una escala igual a las tropas de base, lo que podría estar más allá de la capacidad de los Aliados, incluso si todas las fuentes alemanas fueran usadas.” -Lo cual como se verá luego, era mentira-. Finaliza: “Se solicita su aprobación, ya existen planes preparados sobre esta base.”
El 26 de Abril de 1945, los Estados Mayores aprueban el Estatus de “Fuerzas Enemigas Desarmadas”, para los Prisioneros de Guerra alemanes en manos de los norteamericanos. Los Estados Mayores estipularon además que el estatus de las tropas alemanas desarmadas debía ser mantenido en secreto.
Para ese momento, el general del SHAEF Robert Littlejohn ya había reducido dos veces las raciones de los prisioneros y un mensaje del SHAEF firmado “Eisenhower”, había informado al General George Marshall, Jefe de Estado Mayor del Ejército de los Estados Unidos, que los corrales para los prisioneros “no tendrán refugios u otras comodidades”.
Terror planificado
Las provisiones en realidad no eran un problema. Había más material del necesario acumulado en Europa como para construir infraestructura para los campos. El secretario especial de Eisenhower, General Everett Hughes, había visitado los enormes almacenes de provisiones en Nápoles y Marsella e informa: -“Más stock del que podremos llegar a usar jamás. Puesto en línea hasta donde la vista puede alcanzar a ver”.
Los alimentos tampoco deberían haber representado un problema. En los Estados Unidos los excedentes de trigo y maíz eran los mayores de toda la historia, y había habido un record en el cultivo de papas. El ejército mismo tenía tantos alimentos en reserva que cuando un almacén completo fue sacado por accidente de las listas de aprovisionamiento en Inglaterra, no se dieron cuenta hasta tres meses después. Además, el Comité Internacional de la Cruz Roja tenía más de 100.000 toneladas de alimentos en Suiza. Cuando la Cruz Roja intentó enviar dos cargamentos en trenes al sector norteamericano de Alemania, oficiales del Ejército estadounidense los hicieron volver, diciendo que sus almacenes ya estaban sobresaturados de alimentos de la Cruz Roja -alimentos que jamás distribuyeron entre los prisioneros.
Sin embargo, la política de privaciones fue llevada a cabo por el lado de las provisiones. Agua, alimentos, carpas, espacio, medicinas, todo lo necesario para los prisioneros fue mantenido fatalmente escaso. El Campo Rheinberg, donde el cabo Liebich arribaría a mediados de marzo, temblando de disentería y tifus, carecía completamente de alimentos cuando fue abierto el 17 de abril. Al igual que en los otros campos de las praderas del Rin abiertos por los estadounidenses a mediados de abril, no existían carpas, edificios, cocinas, agua, letrinas ni comida.
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FOTO: En los Campos de Concentración estadounidenses no existian edificios, eran grandes terrenos vacíos rodeados con alambres de púas. |
George Weiss, un mecánico tanquista que ahora vive en Toronto, recuerda el campo de concentración en el que estuvo junto al Rin: “Teníamos que estar sentados unos contra otros durante toda la noche. Pero la falta de agua era lo peor de todo. Por tres días y medio, no tuvimos agua en absoluto. Debíamos beber nuestra propia orina…”.
El cabo Heinz T. (apellido omitido por su solicitud), había cumplido sus dieciocho años en el hospital cuando los estadounidenses entraron a su sala el 18 de abril. Él, junto con otros pacientes, fueron sacados de allí y llevados al campo de concentración de Bad Kreuzpath en Renania, donde ya se encontraban internados varios cientos de miles de prisioneros. Heinz estaba vestido con solo unos pantalones cortos, zapatos y una camisa.
Heinz estaba lejos de ser el mas joven en el campo, que
también alojaba a miles de alemanes civiles. Había niños de hasta seis años entre los prisioneros, así como mujeres embarazadas y hombres de mas de sesenta años. Al principio, cuando los árboles todavía crecían en el campo, algunos hombres se las arreglaron para cortar ramas y hacer un fuego. Los guardias ordenaron que se apagara. En muchos lugares
estaba prohibido incluso hacer pozos para refugiarse. “Todo lo que teníamos para comer era pasto”, recuerda Heinz.
Charles von Luttichau estaba convaleciente en su casa cuando decidió rendirse voluntariamente ante las tropas estadounidenses que estaban por ocuparla. Fue llevado al
Campo Kripp, sobre el Rin y cerca de Remagen.
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Fuimos mantenidos en jaulas hechas con alambres de púas repletas de gente, al aire libre y con casi nada de comida”, recuerda. “Mas de la mitad de los días no recibimos comida en absoluto.
El resto, nos dieron una pequeña ración K”. (Ración militar de campaña de los estadounidenses). “Yo podía notar por el paquete que nos estaban dando un décimo de las raciones que les daban a sus propios hombres… me quejé al comandante estadounidense del campo de que estaban violando la Convención de Ginebra, pero él solo dijo “
Olvidate de la Convención. Vos no tenés ningún derecho””.
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Las letrinas eran solo tablas puestas sobre zanjas al lado los alambrados de púas. Debido a las enfermedades, los hombres tenían que defecar en el piso. Pronto muchos de nosotros estuvimos demasiado débiles como para bajarnos los pantalones primero. Entonces nuestra ropa se infectó, y también el barro sobre el que teníamos que caminar, sentarnos y acostarnos. En esas condiciones, nuestros hombres pronto comenzaron a morir. En solo unos días, algunos de los hombres que habían entrado sanos al campo ya estaban muertos. Yo vi a nuestros hombres arrastrando muchos cuerpos hasta la puerta del campo, donde eran arrojados en pilas sobre camiones que se los llevaban”.
Wolfgang Iff, quien fue internado en Rheinberg y todavía vive en Alemania, recuerda que en su subsección, de aproximadamente diez mil prisioneros,
de treinta a cincuenta cuerpos eran sacados todos los días.
Como miembro del equipo de enterradores, Iff cuenta que ayudaba a sacar los muertos hasta la puerta del campo, donde eran llevados en carretillas hacia varios recintos grandes de metal. Allí, Iff y su equipo desnudaban los cuerpos, partían en dos sus identificaciones de aluminio, ponían los cuerpos en hileras de quince a veinte hombres, con diez paladas de cal viva sobre cada hilera hasta que llegaban al metro de alto. Ponían los efectos personales de la persona en una bolsa para los estadounidenses, y se iban. Algunos de los cuerpos habían muerto por gangrena por congelamiento –había sido una primavera inusualmente fría y húmeda-. Una docena o más de los otros, estaban tan débiles que no habían podido sostenerse sobre las tablas de la zanja de las letrinas y habían caído allí, ahogándose.
Las condiciones en los campos de concentración estadounidenses sobre el Rin en abril, fueron
observadas por dos coroneles del Cuerpo Médico del Ejército norteamericano, James Mason y Charles Beasley, quienes escribieron en un informe publicado en 1950: “Apiñados todos juntos para obtener calor, detrás de las alambradas de púas se podía ver una imagen asombrosa – aproximadamente cien mil personas, demacradas, apáticas, sucias, cadavéricas, con la vista perdida y vestidos en sucios uniformes grises de campaña, parados y hundidos en el barro hasta los tobillos… El Comandante de División alemán informó que sus hombres no habían comido por al menos dos días, y que la provisión de agua era el mayor problema- y sin embargo, a solo 150 metros de allí, corría el río Rin, rebalsando de agua”.
El 4 de mayo de 1945, los primeros prisioneros de guerra alemanes en manos estadounidenses fueron transferidos al estatus de “Fuerzas Enemigas Desarmadas”. El mismo día, el Departamento de Guerra de los Estados Unidos prohibió toda la correspondencia desde y hacia los prisioneros. Cuando el Comité Internacional de la Cruz Roja sugirió un plan para restaurar la recepción y envío de correo en junio, fue rechazado.
El 8 de mayo, día V-E, el gobierno alemán fue abolido y simultáneamente el Departamento de Estado de los Estados Unidos
destituyó a Suiza como Poder Protector para los prisioneros alemanes. Hecho esto, el Departamento de Estado informó a la Cruz Roja Internacional que no habiendo ningún Poder Protector a quien reportarle sus informes,
ya no tenia sentido que siguieran visitando los campos de concentración.
Desde ese momento, los prisioneros recluidos en manos estadounidenses
ya no tenían acceso a ningún observador imparcial, ni podían recibir comida, ropa o medicamentos de ninguna organización, ni cartas de sus amigos o familiares.
El 4 de agosto, una sintética orden firmada por "Eisenhower" condenaba a todos los prisioneros confinados en campos estadounidenses a pasar al estatus de “
Fuerzas Enemigas Desarmadas”:
“Inmediatamente todos los miembros de fuerzas alemanas mantenidos bajo custodia estadounidense en la Zona de Ocupación Estadounidense en Alemania, serán considerados como Fuerzas Enemigas Desarmadas y no como Prisioneros de Guerra”. No se explican razones. Entre los prisioneros de guerra ahora tratados como fuerzas enemigas desarmadas, la tasa de muertes se cuadruplicó en cuestión de pocas semanas, subiendo de 2% a 8%.
Los que habían sido clasificados como “
Fuerzas Enemigas Desarmadas” mas tempranamente, estaban muriendo aproximadamente a cinco veces esa tasa. Se calcula que en total, habrían sido asesinados más de un millón de alemanes en los campos de concentración estadounidenses.
Durante los años 50, la mayor parte del material relacionado con esos campos fue destruido por las fuerzas armadas norteamericanas.
- Los Revisionistas
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Este trabajo es una traducción, resumen y adaptación inspirado en “The Last Dirty Secret of World War Two”, un artículo de
James Bacque, autor de varios libros relacionados con el tema.
Desconocemos si estos títulos se encuentran disponibles en castellano:
- Other Losses (“Otras Bajas”), sobre los campos de exterminio para prisioneros de guerra mantenidos por Francia y los Estados Unidos tras la Segunda Guerra.
- Crimes and Mercies (“Crímenes y Misericordias”), relata como los Aliados mataron de hambre deliberadamente a millones de alemanes tras la Segunda Guerra Mundial.
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